Maruja Torres: “Somos memoria o no somos nada”

Maruja Torres: “Somos memoria o no somos nada”

La reportera, premio Mirada Encendida de MiradasDoc, hace una defensa del periodismo y del documental para sembrar conciencia sobre los conflictos de la humanidad

 

Maruja Torres (Barcelona, 1943) es apasionada, brillantísima y poseedora de un caudal intelectual que dejó a todos con la boca abierta este sábado, 28 de enero, en el Auditorio de Guía de Isora con motivo de la concesión del premio Mirada Encendida, que el Festival MiradasDoc entrega desde el año pasado a profesionales que se han destacado en el campo del reporterismo de guerra. En un diálogo vía streaming con el periodista canario Daniel Millet, Torres, a través de la pantalla, lanzó al público un cargamento de titulares cortos, precisos y certeros sobre la necesidad del periodismo y del cine documental para sembrar conciencia sobre los conflictos contemporáneos de la humanidad. Según la periodista, “somos memoria o no somos nada”, y por ello es preciso documentar la realidad.

 

El premio de MiradasDoc es el justo reconocimiento a una mujer que, nacida en los primeros años de la dictadura franquista, buscó su camino profesional por intuición y con pasión hasta dar con el oficio de la comunicación, en unos tiempos en los que “ser mujer era tan difícil en el periodismo como en la calle y en las relaciones sentimentales”. Por ello, en el acto celebrado en Guía de Isora dio las gracias a todas las mujeres que fueron abriendo el camino, sin miedo, hacia la equiparación de ambos sexos; tal vez sin ser consciente de que ella ha sido una de esas mujeres.

 

“No les veía ninguna aventura a las ruedas de prensa en los ayuntamientos –afirmó Torres en respuesta a una pregunta de Daniel Millet–. Por eso, y porque soy novelera, como dicen los canarios, y por vocación, me dediqué a los reportajes de guerra”. La periodista aclara que ella no era corresponsal, por lo que no tenía la obligación de elaborar noticias diarias para algún medio. Esto le permitía “tener tiempo para reportear y para hablar en profundidad con alguien cuando los periodistas se habían ido con sus micrófonos” después de hacer preguntas más o menos tópicas o intrascendentes. En los tiempos en los que Maruja llevaba el chaleco de guerra, “la España del 92, la que se miraba más alto que el culo, me traía sin cuidado”. Lo suyo era contarle a esa España lo que pasaba en rincones ensangrentados del mundo.

 

A la vocación se le suma, según sus propias palabras, “el olfato”. Maruja se decía: “Aquí va a pasar algo” y cogía los bártulos para plantarse en Panamá, en el Líbano o en cualquiera de los escenarios bélicos de los convulsos años ochenta y noventa del siglo pasado. Eran tiempos sin internet ni teléfonos móviles. “A veces usábamos el télex –recuerda–, y una vez dicté una crónica que había redactado en un baño”. El trabajo era artesanal: esas crónicas las recibían por teléfono y las pasaban nuevamente al papel unas operadoras que tenían “unas habilidades que te salvaban la vida”, pues en más de una ocasión algunas de ellas “tuvieron las santas narices de reproducir de memoria” un texto que se había perdido después del dictado de Maruja. Por ello, afirma estar segura de que existe “una diosa de las comunicaciones” que vela por el oficio.

 

Elogio del documental

“Somos memoria o no somos nada”, sentenció la escritora catalana al público que la escuchaba. Por ello son necesarios el reporterismo, el periodismo de investigación y también el cine documental; y también por ello se hacen precisos determinados espacios de difusión y distribución, como “la plaza pública que es MiradasDoc”. Y para plasmar en archivos la realidad que ven los ojos de periodistas y documentalistas, pero especialmente los de reporteras como ella, es imprescindible “llegar llorado al lugar, o llorar después”, ya que “si te rompes no sirves”. En sus sus tiempos, el reportero era una persona “que tenía que conocer a muchos canallas” y que debía poseer “eso que en épocas menos correctas se llamaba vergüenza torera”.

 

“Europa, tararí chimpún”

En el acto celebrado en el Auditorio de Guía de Isora, Maruja Torres también tuvo tiempo para mirar hacia el futuro y aventurar qué ocurrirá en Europa y en el resto del mundo, especialmente a causa de la guerra de Ucrania. Según la periodista, a medio plazo “este pequeño paraíso que es Europa se va a acabar, tararí chimpún”, y Estados Unidos le dará la espalda a la Unión Europa, en tanto que Rusia seguirá con sus pretensiones imperialistas y el mundo –siempre según su augurio– acabará en manos de China y de la India.

 

Y, como mujer que ya lo ha visto todo y lo ha entendido casi todo, Torres concluyó su análisis sobre el asunto de Ucrania con otra frase lapidaria: “Me puede sorprender la cercanía de esta guerra, pero no el hecho”.



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