Ballester ofrece una mirada desprejuiciada y poética de la vida de un grupo de drogadictos en Montreal

Ballester ofrece una mirada desprejuiciada y poética de la vida de un grupo de drogadictos en Montreal

‘Midnight ramblers’ se centra en inquietudes existenciales de los personajes, con una mirada “fuera de los estigmas”

“Cuando volví a Montreal fui con la idea de hacer un documental. Solo tenía claro que quería que fuera de noche, era una idea muy poco precisa. Era más una atmósfera lo que me atraía, como un punto inicial”, comentó Julian Ballester al público de MiradasDoc en el auditorio de Guía de Isora al presentar Midnight ramblers (57’ / 2017 / Francia), que participó en el concurso internacional a la mejor ópera prima.

Midnight ramblers es una película de yonkis, desposeída, por fortuna, del correlato moral o, peor aún, sensacionalista que este tipo de documentales suelen contener como ingrediente primero. En este caso, en cambio, el público asiste a un encuentro honesto, sincero y cercano a este colectivo internacional que acompaña, siempre en ese ámbito donde comienzan las sombras, a la vida de Occidente desde hace ya décadas.

Al investigar sobre lo que podría encontrar en una gran ciudad de noche, el documentalista francés se encontró con este grupo de gente sin hogar. Al cabo de unos meses de investigación conoció a Paul, uno de los cinco protagonistas de su película, y “nos hicimos amigos muy rápido; me fascinaba bastante y tenía ganas de pasar tiempo con él, y fue así como conocí una pequeñita sociedad paralela, este mundo de drogadictos del centro de la ciudad, y entonces la película se volvió un documental sobre la adicción”.

Fiel a su planteamiento inicial, Ballester se concentró la mayor parte de su trabajo en grabar la vida nocturna de este colectivo de personajes. Permaneció un año en Canadá acompañando sus vidas, una forma de estar con ellos que permitió muy pronto, en menos de lo que creía, romper los muros de la desconfianza, de forma que estuvo autorizado a tomar imágenes que podrían haber exigido por su parte un velo que protegiera su intimidad.

En cualquier caso, a pesar de que “en todo momento eran conscientes de lo que estábamos grabando”, el director francés “estrenó” su película con su grupo de amigos, para que tuvieran la oportunidad de plantear algún cambio antes de contar con una versión definitiva. No lo hicieron y la película se presenta al público tal como salió de la mesa de montaje.

Estos personajes “comparten con nosotros los problemas que tienen para salir de esa adicción y de su vida. Este tema ha sido ya muy tratado y hay un imaginario que se ha vinculado con la toxicomanía y la adicción. No quería que ellos hablaran de lo típico que se les pregunta siempre sobre su vida de antes, cómo llegaron a la calle, cómo empezaron a tomar droga… Me di cuenta de que hablaban de problemas que todos tenemos: sobre la soledad en la ciudad, sobre la confianza en sí mismos, cómo manejar problemas difíciles y sus propias emociones… Preferí enfocarlo sobre estos temas, que son más existenciales, que el resto de las personas también tenemos sin estar en esta situación, y tratar este tema fuera del estigma de la toxicomanía y de los tópicos que tenemos sobre ellos”.

Ballester se licenció en la Université Aix-Marseille (Francia) con un máster en cine documental. Aunque Midnight ramblers es su ópera prima, anteriormente hizo un documental para concluir su licenciatura, Rue Curiol, en el que narra la historia de tres prostitutas transexuales en Marsella, en el momento en el que calle donde trabajan y viven está en reformas.

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